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A review by erlosung
The Unique and Its Property by Stirner, Max
4.0
He basado mi causa en nada.
El Único y su Propiedad es una obra escandalosa, vituperada hasta la fecha, donde Max Stirner concentra sus armas no solo contra lo sagrado sino contra aquellos que pretenden abolir prisiones revistiendo a los carceleros. La modernidad se cree liberada de Dios transportando lo sagrado al Estado, la humanidad, la sociedad, la moralidad o la verdad. De tal forma, el autor nunca pierde la oportunidad de burlarse de los modernos: los liberales, los socialistas y los humanistas.
Este libro apunta a más que al egoísmo por el que causó tal fugaz revuelo tras su publicación. La crítica de Stirner es una protesta contra el trascendentalismo, contra el querer disecar el mundo en apariencias y esencias, en espíritus y cuerpos. Las ideas platónicas, el absoluto hegeliano, la humanidad de Feuerbach, no son más que momias de lo único real que es el devenir. En oposición a estas, Stirner propone el único, aquello que es plenamente terrenal, transitorio e individual. El único se aniquila y se recrea a sí mismo constantemente, por lo que «los conceptos no lo expresan».
En mi opinión, su crítica, por más corrosiva que sea, no puede ni debe distanciarse de la filosofía*. Stirner se sostiene de la razón práctica, la inmanencia y el perspectivismo, y con ello urge una filosofía que trate correctamente la relación del individuo y el mundo, sin invocar aquellos seres supramundanos que el bávaro apoda ideas o ilusiones. Diría que toda la segunda parte de la obra es el emprendimiento filosófico de Stirner.
Leer con cautela, y tomando en cuenta que el autor se está riendo en tu cara, tal como él mismo asevera.
*La filosofía para Stirner es la “teología” de las ilusiones, ejemplificada en el racionalismo desenfrenado del hegelianismo. Tal noción no consideraría filósofos a los escépticos como Bacon y Hume. Así mismo, los materialistas serían unos nuevos beatos que en última instancia resultan indistinguibles de los filósofos. Ese afán de querer separar el escepticismo, el devenir y la inmanencia de la filosofía me resulta insulso, por lo que rechazo la posición del autor.