Reviews

Respiración Artificial by Ricardo Piglia

woodpusher's review against another edition

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5.0

Una mezcla perfecta de historia, literatura y filosofía. Al terminar la novela uno se descubre deseando conocer más acerca de la historia reciente de Argentina o de la obra de de Witold Gombrowicz (en la novela escondido detrás de la figura del profesor Tardewski) y su afición al ajedrez y sus colaboraciones periodísticas y aun queriendo tomar la pluma y escribir. Piglia es pedagogía literaria pura y un narrador y ensayista de primerísima línea.

antoched's review against another edition

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challenging mysterious reflective medium-paced

3.0

germangfeler's review against another edition

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2.0

Una novela fragmentaria, desordenada. por momentos policial, por otros novela epistolar, ensayo literario y clase de historia. En muchos momentos se desdibuja lo que parecía el hilo de la historia hasta ahí y entra en divagues. No me pude conectar con el libro.

eliathereader's review against another edition

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2.0

Eh. Bana etki eden bir kitap olmadı. Gelecekte tekrar şans vermeyi düşünüyorum ancak şimdilik benim için fazla karmaşa içindeydi.

candelsali's review against another edition

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challenging informative reflective

3.75

donrepollo's review against another edition

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5.0

En esta novela compuesta por dos partes, se nota la magistral forma de narrar de Piglia, que se extiende en digresiones que al final fortalecen la línea principal de la narración.

darbyshirew's review against another edition

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2.0

I hate this book. I hate it to my very core. I didn't even FINISH this book (I got about thirty pages from the end and just could not handle it any longer) but I'm counting it because, dammit, I did not go through all of that to not let all of the Goodreads community know that I. hated. it. It gets two stars, however, because my amazing, beautiful, brilliant professor explains it in class in a way that makes me want to actually read it. But then I do and the hatred starts all over again.
Maybe I am dumb and it is actually as amazing as my professor makes it sound, but I don't think it is. I think my professor is just damn good.

bibliodiversidad's review against another edition

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challenging reflective slow-paced
  • Plot- or character-driven? Character
  • Strong character development? No
  • Loveable characters? No
  • Diverse cast of characters? No
  • Flaws of characters a main focus? Yes

3.0

Cómo, siquiera, describir lo que fue esta lectura... En parte, interminable, agotadora; por otro lado, brillante y sumamente interesante. 

No es un libro a recomendar porque sí, sinceramente. Realmente tiene que engancharte desde un principio porque pareciera que al creer que uno sabe por dónde va la cosa, la historia cambia completamente. Mejor dicho, no son cambios drásticos cuando es todo obviamente continuo pero te desconcierta en ciertas partes. Piglia construye paralelismos que en ciertos puntos parecen hasta irónicos, dando a entenderse que es un escritura consciente de sí misma.

En cuanto tema histórico y literario, no soy experto, mas me fascinó la cantidad de cosas que tenía para decir, racionalizar e intelectualizar ocupando carillas enteras sin fin. 

Entré a esta lectura creyendo que sería algo más simple de lo que realmente fue. Tengo que decir que la carta de Juana es, posiblemente, la parte mas genuinamente graciosa de todas, me tomó completamente por sorpresa; y que el personaje que más me tocó el corazón desde un principio hasta el final fue Tardewski.

nuska's review against another edition

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5.0

Dice Antonio Skármeta que los nacidos alrededor de 1940 son los primeros en América latina en enfrentarse masivamente con la elocuencia de los medios de comunicación de masas. Los filmes en cinerama y la perfección técnica del color, les sumergen en la nueva sensualidad de la imagen.

Ricardo Piglia nació en 1941 y empezó a publicar libros de cuentos en 1967 (La invasión) por lo que éste y su siguiente libro, Nombre falso, también de cuentos (1975), pueden considerarse pertenecientes a la década de los 70, su tercera obra, sin embargo, data de 1980 (este vacío de cinco años en su producción literaria se debe a la dictadura argentina; 24 de marzo de 1976) se trata de la conocidísima Respiración artificial, de la que los propios escritores argentinos afirman que es una de las diez mejores novelas escritas en aquel país. Los mayores representantes del exilio interior son Ricardo Piglia y Jorge Asís, pero la literatura de Piglia se extiende aún más allá, llega hasta la década de los 90 y luego sigue publicando ensayos, el más reciente de ellos es El último lector (2005). A pesar de estos citados ensayos, la bibliografía de Piglia está compuesta en su mayor parte de relatos o novelas:

- La invasión (relatos, 1967)
- Nombre falso (relatos, 1975)
- Respiración artificial (novela, 1980)
- Prisión perpetua (dos novelas cortas, 1988)
- La ciudad ausente (novela, 1992)
- Cuentos morales (relatos, 1995)
- Plata quemada (novela, 1997)
- Crítica y ficción (ensayo, 1986)
- Formas breves (ensayo, 1999)
- Diccionario de la novela de Macedonio Fernández (ensayo, 2000)
- El último lector (ensayo, 2005)

En medio de toda esta mezcolanza que supone la contracultura, parece como si Piglia quisiera recuperar la clásica relación entre literatura e historia (una relación con diferencias muy difuminadas en el período grecorromano). El autor no entra de lleno en esta contracultura (en realidad, la base cultural de Piglia es fundamentalmente libresca) sino que ha sido definido incluso como perteneciente a una cultura de contravención entendida como sorprendente, desobediente en el sentido en que no sigue a rajatabla las tendencias de la época literaria de la que es producto.

Ricardo Piglia es posiblemente el narrador argentino más radical en su experimentación con formas que integran la literatura popular […] ha llegado a elaborar una teoría y una praxis de la narración que se desdobla y se contempla a sí misma aunque las referencias a la realidad no están de ninguna manera ausentes, en esencia lo que hace es una literatura sobra la literatura.

Respiración artificial fue publicada en 1980, momento en que la censura no es tan rígida como sólo cuatro años antes y permite apenas un resquicio que Piglia aprovecha criticando la dictadura en una novela codificada, en la que aporta la mitad del significado completo, mientras que la otra mitad de la solución –como un detective de novela negra- debe aportarla el lector.

La referencia al lector como detective no ha sido gratuita, el autor argentino estaba muy influido por la lectura de Dashiell Hammett y otros autores americanos de novela negra (Chandler, Cain, etc.) En 1968, en Buenos Aires, empezó a dirigir la colección de novela policíaca estadounidense para una editorial pequeña llamada “Tiempo contemporáneo”, en palabras del autor: “En aquellos tiempos, llevar adelante este proyecto suponía que tenías que leer treinta libros para escoger uno, recibía cajas y cajas, me pasaba el día leyendo”.
De esta ingente lectura de novela negra, el autor se interesa principalmente por el concepto del poder y el modo en que éste corrompe a las personas.
Piglia también admite su influencia de los autores de la generación perdida (Hemingway, Fitzgerald, etc.) Piglia cuenta que su infancia no estuvo ligada a la literatura, no fue hasta la adolescencia cuando se convirtió en un lector adicto. Entonces empezó a leer a Knut Hamsun y André Gide hasta que en el bar que frecuentaba (Ambos mundos) un norteamericano exiliado se rió de las lecturas de él y sus amigos y les dijo que los únicos autores que valían la pena eran Fitzgerald y Hemingway.

En cuanto a sus compatriotas, la influencia general más palpable en sus obras (incluso a través de fragmentos reproducidos) es la de dos autores: Jorge Luis Borges y Roberto Arlt:

Ficción y teoría parecen términos opuestos o no conciliables en el mismo espacio de escritura. La novela en este siglo ha roto con este supuesto y ha llevado la teoría a la ficción y ha ficcionalizado teorías en el marco de la novela. Ricardo Piglia es uno de los escritores en la Argentina que ha tratado de recorrer esta relación desde su primera novela Respiración artificial, en donde, de Tinianov a Wittgenstein, los traslados se hacen evidentes y la estrategia de la erudición encierra estas postulaciones teóricas ficcionales que llevan indefectiblemente el estigma borgeano.


Piglia fue gestando su novela, que se constituye a modo de una pregunta al pasado; al pasado político e histórico de la Argentina, pero también al cultural, en cierto modo se trata de una interrogación acerca de qué es lo que ha llevado a su país natal a vivir una dictadura, a la pérdida de la libertad y cómo debe la literatura responder a ello.
La novela establece una hipótesis literaria –quizá pseudohistórica- de algo que ya había advertido la crítica kafkiana: que la obra de Kafka era una anticipación del genocidio nazi, una especie de macabra broma literaria.

Aunque lo más interesante de la novela, como dice el mismo Piglia a través de un personaje de Respiración artificial: “En literatura lo más importante es lo que no se dice”. Esto es: lo que no se podía decir durante la dictadura argentina, la verdad acerca de los “desaparecidos” como Marcelo Maggi /Emilio Ossorio.
Con vistas a que el lector complete esa otra mitad del significado que no se aporta directamente se dan todos los datos acerca de Hitler y el nazismo alemán. Es más, el personaje de Tardewski afirma en cierto momento que Mein Kampf, el libro escrito por Hitler, es en realidad una segunda parte del Discurso del método cartesiano, y añade aún más: el racionalismo de Descartes ha llevado a la humanidad a los fascismos.
Así que como una pista en una novela negra, Piglia deja caer el título de la segunda parte de la obra: “Descartes”, lo que para el citado personaje sería lo mismo que decir fascismos o más concretamente una referencia a la dictadura argentina.

En diferentes entrevistas, en sus trabajos críticos, Piglia ha sostenido una política de la literatura frente al Estado. Esta resignificación del mito sartreano está matizada con la Filosofía del lenguaje que le permite construir en la ficción la idea de un lenguaje que subvierte. Lo ha dicho hasta el cansancio y lo ha llevado a la práctica: no es sólo su preferencia por personajes ubicados en el margen, no es sólo su reiterada fascinación por las locas pitonisas, se trata de un ejercicio que se hace militancia. Interrogado sobre la especificidad de la ficción, Piglia responde: «me interesa trabajar esa zona indeterminada donde se cruzan la ficción con la verdad», y agrega, «la Argentina de estos años es un buen lugar para ver hasta qué punto el discurso del poder adquiere a menudo la forma de una ficción criminal». Frente a este lenguaje que enmascara la verdad con los ropajes de la ficción, la literatura resulta para el escritor un lugar revulsivo, contraideológico que en las construcciones ficcionales encierra las formas de lo posible . Como Scherezade la literatura resiste las leyes del poder.

Las cosas se dicen “a medias” en la historia oficial, lo que Piglia propone es que la ficción, al igual que la nueva novela histórica, sea una especie de historia que realce la visión de los vencidos. La labor del escritor es recoger los fragmentos de verdad situados al margen y narrarlos en sus novelas para que revelen “la realidad histórica verdadera”.
Como ya dijo Carlos Fuentes:

El arte da voz a lo que la historia ha negado, silenciado o perseguido. El arte rescata la verdad de las mentiras de la historia.


La novela se divide en dos partes, en la primera de ellas se muestran una serie de cartas, de Emilio Renzi a su tío Marcelo Maggi, donde se explica la historia de este último y se cuenta la historia, la causa por la que abandonó Argentina. Esta recreación se produce a retazos, en cartas intermitentes.
En la segunda parte, Renzi va en busca de su tío, pero sólo encuentra al intelectual Tardewski, la narración se centra entonces en la propia literatura, la novela se convierte en metaliteratura y evidencia las influencias literarias de Piglia (principalmente Arlt y Borges) pero esta conversación llega a derivar en Huxley e incluso Shakespeare. A partir del momento en que Tardewski lleva a Renzi a su casa, la novela se vuelve mucho más interesante, el exiliado polaco le cuenta lo que Adolf Hitler hizo durante los años oscuros de su biografía. Quería ser pintor y conoció a Kafka, el único que creyó las atrocidades que Hitler le narraba, la nación que el futuro dictador quería convertir en una enorme prisión en la que contener a todo aquel que no estuviera de acuerdo con sus ideas: “Pero Kafka sí. Kafka sabía oír. Estaba atento al murmullo enfermizo de la historia”.
Frank Kafka reflejó las ideas que Hitler le había contado en sus novelas La metamorfosis y El proceso. Piglia termina con esta historia narrando la muerte de Kafka, en cama, mientras Hitler dicta las últimas líneas de Mein Kampf en un recurso de superposición de escenas cada vez más climático hasta que se regresa a casa de Tardewski, en la que Renzi lee una carta de su tío dirigida al que encuentre su cadáver en la que confiesa ser Emilio Ossorio (mano derecha de Rosas, durante la dictadura, un personaje que ya se había presentado en la primera parte) por tanto, su tío jamás acudirá esa noche, porque Emilio Ossorio se suicidó sobre la tumba de su amada.

El recurso usado por Piglia, el ir rellenando los huecos que la historia deja en la sombra se usará posteriormente en la llamada “nueva novela histórica” pero Piglia lo hace con maestría, porque es cierto que hay varios años desconocidos en la biografía de Adolf Hitler, es cierto que de joven el genocida quiso ser pintor; también es cierto que la crítica kafkiana ha visto algo del horror nazista en la obras de Kafka, escritas previamente.
Lo que hace Piglia es reunir todos esos elementos y dejar actuar su genio de escritor; dando una hipótesis verosímil que une dos cabos de historia. El autor distingue entre Historia cerrada (escrita en mayúscula en la propia novela) e historia de la literatura, ésta es abierta, interpretativa; el escritor debe darla a conocer desde su investigación y sus conocimientos.
Todos los personajes de la novela tienen un proyecto, algo que escriben siempre relacionado con esta historia, lo que hace que la novela tenga una doble intertextualidad

Esta historia del dictador y el joven escritor asustado ante lo que oye tiene además la función de ocultar la crítica que Piglia realiza en la novela a la situación de Argentina. Arrocena, el hombre que lee las cartas intentando encontrar en ellas claves o pistas es una réplica del estado, se trata del censor, que al entregar la novela intentaría encontrar en ella alguna especie de comunicación peligrosa para el gobierno. Simboliza a los encargados de hacer desaparecer ciertas cartas durante las dictaduras.
La misma novela entera está llena de mensajes y las fechas presentes en ella son pistas que el lector debe descifrar para comprender el sentido completo de la novela.

Respiración artificial es además una novela de la escritura, por la ingente cantidad de datos literarios que contienen sus páginas. Se caracteriza por su heterogeneidad y la presencia de elementos tomados de la novela negra.

Se puede afirmar sin temor a equivocarse, que Emilio Renzi, protagonista de la novela, es el alter ego de Ricardo Piglia. Además de la profesión de escritor de ambos, y la defensa que Renzi realiza de Borges y Roberto Arlt, autores predilectos de Piglia, como ya se ha indicado varias veces; ambos comparten nombre pues el personaje Renzi lleva el segundo nombre y apellido del propio Piglia. Este personaje pasa toda la noche esperando a su tío, que no aparece jamás y hablando de literatura con Tardewski quien le cuenta lo que ha descubierto en la vida de Hitler y porqué Kafka escribe esas novelas que de alguna manera predicen lo que ocurrirá. Esta es una de las máximas de la literatura de Piglia: el escritor no sólo debe estar atento a lo que ocurre, sino a lo que podría ocurrir.

gaelmontiel's review against another edition

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5.0

Mi sesudísimo análisis: En lugar de leer esta reseña, sálganse de goodreads, manden a la chingada todo lo que estén haciendo/leyendo y corran por este libro.